Muy preocupados quedamos todos con las revelaciones que se entregaron durante el pasado Congreso de la Asociación Nacional de Exportadores Colombianos (Analdex), que en su encuentro anual en Medellín se declaró alarmado porque hay la teoría de que el dólar amenaza con seguir en barrena y llegar, incluso, hasta los 1.600 pesos, toda una pesadilla para cualquier empresario colombiano que pretenda mantener empleos dignos.
Estamos de acuerdo con la mayoría de los planteamientos expresados por los empresarios que trabajan para posicionar sus productos en los exigentes mercados externos en el sentido de que el Gobierno debería trabajar para frenar la estrepitosa caída de la divisa estadounidense, pero diferimos en el estilo.
Para mantener un precio del dólar competitivo no es bueno fijar por ley una tasa de cambio porque recordemos que la banda antigua cambiaria impuesta por el Banco de la República arruinó durante años el mercado de divisas, porque estaba fríamente calculado, hasta dónde se podía bajar o subir la divisa, que se mantuvo a precios exorbitantemente altos, pero cuando se terminó este sistema, la divisa siguió rumbos propios.
Sin embargo, los empresarios han unido sus voces para pedir alternativas para frenar la revaluación del peso colombiano, que en lo corrido de 2010 ya suma 11,5 por ciento mientras amenaza la estabilidad del empleo y la competitividad internacional de la producción doméstica.
Los problemas son graves porque un dólar barato hace que sea más caro contratar un trabajador colombiano, es decir que la nómina doméstica es más costosa que comprar productos foráneos y venderlos internamente, sin incremento de producción de nuestras empresas.
Ojalá que funcione la propuesta del Presidente Juan Manuel Santos sobre la posibilidad de aplicar medidas de corto plazo como la reducción de aranceles para la importación de algunos productos y la eliminación de la sobretasa a la energía que paga la industria, que se suma a la propuesta del presidente de Analdex, Javier Díaz, sobre la posibilidad de implementar el Certificado de Reembolso Tributario Laboral, Cert, para mantener el empleo en firmas exportadoras.
Hay que recordar que con el bajo precio del dólar alguien gana y alguien pierde. Por ejemplo, según cifras oficiales hasta agosto de 2010, las exportaciones de Estados Unidos subieron 1,8 por ciento a 153.300 millones de dólares y las importaciones disminuyeron elevando la brecha comercial norteamericana al 14 por ciento, mejor de lo que esperaban los economistas de Wall Street. Todo porque su moneda está barata.
Sabemos que en Colombia el valor del dólar ha tomado un rumbo caprichoso y, en parte, la caída en las tasas de interés de la Reserva Federal de EE.UU. a niveles de casi cero, ha sido responsable de la llegada de más dólares al país, con su lógica caída en la cotización. Además, irónicamente la creciente inversión extranjera directa en el país atrae más billetes verdes y presiona su precio a la baja.
Es bueno desestimular la llegada de dólares no tan buenos como los que traen los capitales golondrina, es decir que apoyamos la propuesta de imponer impuestos a estos movimientos, para que se eviten las inversiones de corto plazo que sólo generan problemas en la tasa de cambio oficial.
Los expertos aseguran que es mejor aprender a vivir con el enemigo y tratar de sobrevivir con un dólar cada vez más barato, que amenaza a llegar a niveles cercanos al los 1.600 pesos por dólar por su caída libre y sostenida por lo menos durante un año más. ¡Qué vaina con este ciclo perverso que toma la moneda estadounidense!
Nos gustan ¡y mucho!, los números en que los exportadores han ubicado sus preferencias para los precios del dólar con fluctuación entre 2.000 y 2.200 pesos, pero ojo los mismos expertos han señalado que no es bueno caer en la trampa del facilismo fijando la tasas de cambio por decreto. Hay que escuchar a los que saben, para evitar nuevas catástrofes.
Habría que ver que tan práctico es el sistema que han urgido algunos exportadores, en el sentido de que se establezca un precio diferencial para la divisa, porque según se dijo en el Congreso de Analdex, podría significar un riesgo para el anhelado grado de inversión como propósito en el que se encuentra trabajando fuertemente el Gobierno local. Hay que trabajar por un dólar más competitivo para todos.
Estamos de acuerdo con la mayoría de los planteamientos expresados por los empresarios que trabajan para posicionar sus productos en los exigentes mercados externos en el sentido de que el Gobierno debería trabajar para frenar la estrepitosa caída de la divisa estadounidense, pero diferimos en el estilo.
Para mantener un precio del dólar competitivo no es bueno fijar por ley una tasa de cambio porque recordemos que la banda antigua cambiaria impuesta por el Banco de la República arruinó durante años el mercado de divisas, porque estaba fríamente calculado, hasta dónde se podía bajar o subir la divisa, que se mantuvo a precios exorbitantemente altos, pero cuando se terminó este sistema, la divisa siguió rumbos propios.
Sin embargo, los empresarios han unido sus voces para pedir alternativas para frenar la revaluación del peso colombiano, que en lo corrido de 2010 ya suma 11,5 por ciento mientras amenaza la estabilidad del empleo y la competitividad internacional de la producción doméstica.
Los problemas son graves porque un dólar barato hace que sea más caro contratar un trabajador colombiano, es decir que la nómina doméstica es más costosa que comprar productos foráneos y venderlos internamente, sin incremento de producción de nuestras empresas.
Ojalá que funcione la propuesta del Presidente Juan Manuel Santos sobre la posibilidad de aplicar medidas de corto plazo como la reducción de aranceles para la importación de algunos productos y la eliminación de la sobretasa a la energía que paga la industria, que se suma a la propuesta del presidente de Analdex, Javier Díaz, sobre la posibilidad de implementar el Certificado de Reembolso Tributario Laboral, Cert, para mantener el empleo en firmas exportadoras.
Hay que recordar que con el bajo precio del dólar alguien gana y alguien pierde. Por ejemplo, según cifras oficiales hasta agosto de 2010, las exportaciones de Estados Unidos subieron 1,8 por ciento a 153.300 millones de dólares y las importaciones disminuyeron elevando la brecha comercial norteamericana al 14 por ciento, mejor de lo que esperaban los economistas de Wall Street. Todo porque su moneda está barata.
Sabemos que en Colombia el valor del dólar ha tomado un rumbo caprichoso y, en parte, la caída en las tasas de interés de la Reserva Federal de EE.UU. a niveles de casi cero, ha sido responsable de la llegada de más dólares al país, con su lógica caída en la cotización. Además, irónicamente la creciente inversión extranjera directa en el país atrae más billetes verdes y presiona su precio a la baja.
Es bueno desestimular la llegada de dólares no tan buenos como los que traen los capitales golondrina, es decir que apoyamos la propuesta de imponer impuestos a estos movimientos, para que se eviten las inversiones de corto plazo que sólo generan problemas en la tasa de cambio oficial.
Los expertos aseguran que es mejor aprender a vivir con el enemigo y tratar de sobrevivir con un dólar cada vez más barato, que amenaza a llegar a niveles cercanos al los 1.600 pesos por dólar por su caída libre y sostenida por lo menos durante un año más. ¡Qué vaina con este ciclo perverso que toma la moneda estadounidense!
Nos gustan ¡y mucho!, los números en que los exportadores han ubicado sus preferencias para los precios del dólar con fluctuación entre 2.000 y 2.200 pesos, pero ojo los mismos expertos han señalado que no es bueno caer en la trampa del facilismo fijando la tasas de cambio por decreto. Hay que escuchar a los que saben, para evitar nuevas catástrofes.
Habría que ver que tan práctico es el sistema que han urgido algunos exportadores, en el sentido de que se establezca un precio diferencial para la divisa, porque según se dijo en el Congreso de Analdex, podría significar un riesgo para el anhelado grado de inversión como propósito en el que se encuentra trabajando fuertemente el Gobierno local. Hay que trabajar por un dólar más competitivo para todos.
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